Visualizando el día D





Por fin me voy en libertad. Me viene a buscar mi mujer y nos vamos a una cabaña en la montaña todo el fin de semana, con la tranquilidad y la naturaleza.
Al volver a la ciudad ya tengo cobertura. Llamo a mi madre y a mi hermana para saber cuando pueden venir a verme.
Cuando me conecto al facebook empiezo a recibir mensajes de antiguas compañías, que ahora no me convienen para nada y no quiero saber de ellos, porque los veo como enemigos.
Mi mujer se ha cambiado de barrio, lo cual me viene muy bien porque  en mi barrio me conocen por lo que me conocen. En este nuevo barrio estoy echando curriculum a ver si encuentro trabajo, porque ganas no me faltan.

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Tengo veintiocho años. Llevo toda mi vida pasando por centros reformatorios y en prisión. Estoy preocupado y nervioso porque termino mi condena, decidido a tener una nueva vida sin drogas. Es algo que desconozco, pero me la imagino con mis dos hijos y mi pareja, trabajando para ofrecerles un futuro. Ahora sé lo que quiero, pero sobre todo sé lo que no quiero, repetir los errores del pasado. Sueño con conseguir un trabajo, poder levantarme temprano para llevar a mis hijos al colegio, trabajar y disfrutar de esos momentos memorables en familia.

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Hoy es un día muy importante para mí. Por fin voy a poder estar todos los días con mis hijos y demás familia y demostrarles de una vez por todas que estoy con ellos para lo que necesiten. También voy a poder demostar muchas cosas que he aprendido, manteniendo este trabajo que me han ofrecido y saliendo adelante como una persona de bien. Por el momento no tengo casa propia pero  encontraré alguna con un alquiler bajo que pueda pagar con mi sueldo. 
Amigos de verdad no tengo. Colegas tengo muchos, sí, pero no tengo prisa por verlos y si los veo será hola y  adiós, así que no me dejaré llevar por nadie que intente sacarme de mis obligaciones. No creo tener enemigos, pero si quedara algún cabo suelto lo arreglaré de la mejor manera posible.
Gracias a lo que he aprendido y al tiempo que llevo sin consumir creo que no necesito darme ningún homenaje. Caprichos me daré alguno, dentro de mis posibilidades.
Si algún día me veo con una persona a la que he causado algún mal, espero que en todo este tiempo me haya perdonado y si no, espero que sepa hacerlo sin ningún rencor cuando vea que soy una persona distinta y entienda que en mi estado no era consciente del daño ni de las consecuencias de lo que hacía.

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Salgo de prisión. Voy a ver a mi familia y les transmito mis intenciones. No voy a descansar hasta que encuentre un trabajo. En ratos de tiempo libre saldré con mi amigo a montar en bici, asistiré a conciertos y actividades sanas. Mostraré indiferencia cuando me cruce con mis enemigos por el barrio. Pediré disculpas a las personas que he perjudicado, haciendo hincapié en que no era consciente de lo que hacía y cuando logre todo esto me daré un homenaje diferente, me iré unos días a la playa o a la montaña con buena compañía.
Esa es mi intención, ser mejor persona, con todo lo que eso conlleva.

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Recoge tus objetos, que te vas en libertad. Mis objetos se quedarán aquí para mis compañeros que los necesiten. Lo único que me llevaré serán las fotos de mi familia y los regalos. Me voy con mi mujer y mis hijos. Luego iré a ver a mi madre, mi suegra y demás familiares. Intentaré estar más atnto con todos mis seres queridos. Estaré a gusto el día que encuentre trabajo, porque comprobaré el cambio que he dado y mi familia estará orgullosa. Compraré a mis hijos aquella piscina hinchable que hace años les prometí y nunca les compré.
Cuando vea a las personas que he hecho daño les pediré perdón y si los puedo ayudar en algo lo haré.
Aquellos que yo creía mis amigos eran delincuentes como yo. Ya no me interesan. Tampoco quiero ir al barrio donde me busqué la ruina ni pensar en “homenajes” de alcohol y drogas, porque no quiero volver aquí.

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Me llaman por megafonía. Voy a la garita y me dice el funcionario que recoja mis cosas porque me voy en libertad. Llamo a mi familia. Me tiembla todo el cuerpo. No puedo ni hablar. Les digo que salgo y no se lo creen. Se lo cuento a mis colegas. Subo a mi chabolo. Cojo algunas cosas, reparto otras y me voy. Mi familia me recibe contenta. Extraño la casa. Ha cambiado de cuando la dejé. Me gusta. En seguida decido buscar trabajo. Llamo a algún amigo. Por el barrio antiguos colegas me invitan. Ya no bebo, les digo. Sigo buscando. Por fin me ofrecen un trabajo. Hoy empieza mi vida.




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